(Juan Ignacio Castillo). La Semana Santa de Alhaurín de la Torre hace tiempo ya que tiene como referente a la Ilustre Cofradía de Nuestro Pare Jesús de la Paz y el Amor, en su entrada en Jerusalén, y María Santísima de la Esperanza, denominada Pollinica.
Sus pregones, sus carteles de Semana Santa, el traslado de los titulares desde la iglesia a El Portón (este año por cuestiones logísticas al Colegio San Sebastián), y otras muchas cosas más que desde hace años vienen marcando el paso de una Semana Santa Alhaurina que, como consecuencia, está llamada a ser más grande necesariamente.
Pero este año, la historia de la Cofradía vuelve a escribirse con marcado color dorado en las páginas de un libro que ya tiene tras de sí un vagaje importante.
Por primera vez, en la historia de la Cofradía, salía en trono propio y de estreno Nuestro Padre Jesús de la Paz y el Amor.
Un trono, llevado de la forma más elegante por 100 hombres, de líneas sobrias y elegantes en un cajón de caoba rematado en laterales, esquinas, frontal y trasera con cartelas bañadas en oro que le dieron a la figura del Señor Pollinico una majestuosidad imponente en las calles de Alhaurín de la Torre.
Por primera vez también, en la historia de la Cofradía, María Santísima de la Esperanza bendecía al mundo a su paso por las calles alhaurinas con su mirada única, profunda, dulce y serena desde su trono llevado, y aquí está el otro dato histórico escrito para la Semana Santa de Alhaurín de la Torre, por 80 mujeres que convirtieron el caminar de la Señora del Domingo de Ramos en poesía a cada paso, a cada mecida, a cada pulso, a cada latido del corazón de esas 80 valientes que entregaron el alma en un Domingo de Ramos que seguro no olvidarán nunca.
Mujeres que una vez más fueron pisadas de Esperanza que, como en el traslado el pasado viernes de Dolores, se abrazaron a su varal para portar a su Reina, a su Madre, a su Señora.
Para llorarle en silencio una y mil veces.
Para agradecerle su aliento, su consuelo, su protección, la de sus hijos pues muchas de ellas son madres, para agradecerle su esperanza, la esperanza de vivir bajo su manto cobijadas en un sueño que este Domingo de Ramos, por fin, se hizo realidad.
Y Alhaurín de la Torre volvió a recibir al Señor de la Paz y el Amor y a su bendita Madre entre vítores de alegría, deseoso de vivir una Semana Santa cargada, como siempre, de emociones.
Emociones puestas de manifiesto en una entrada en Jerusalén significada en la plaza de San Sebastián donde primero el Cristo y después la Virgen hicieron escuela de como pasear un trono con elegancia y con un esfuerzo que el numeroso público congregado agradeció con gritos de viva y aplausos. Emociones de respeto, de alegría, de euforia contenida en un “encierro” soberbio que hizo que Madre e Hijo se encontraran frente a frente a los sones de las bandas participantes en el cortejo.
Euforia contenida que una vez dentro del templo se desató, como no podía ser de otra manera, en forma de abrazos cargados de lágrimas de los hermanos y hermanas de la Cofradía, sabedores y orgullosos todos del trabajo bien hecho y cuya recompensa se estaba produciendo en ese mismo momento.
Y así, una vez más… Pollinica hizo historia.